Barranquilla, D.E. Colombia | Septiembre 7 de 2018 - Hora: 10:53 a.m., sentado en un Juan Valdez tomándome un humilde café colombiano. Al Padre Linero y al clero en pleno con respeto y admiración.
Hay muchas cosas que me pasan por la cabeza,
pero debo hacerlo,
no es nada fácil
ponernos en la situación del otro,
nuestro prójimo,
hermano amado.
No es de humanos juzgar
sin pretender santidad,
abandonar sin antes pensar,
escudriñar sin instruirnos
en la palabra de Dios,
vea que se los digo.
Lo del Padre Linero
es trascendental,
el punto de partida al más allá,
es un icebergs
que se veía llegar,
de esos rompe naves
que alguna vez desafiaron al Señor
y la paga fue naufragar.
Los tiempos cambian, SU SANTIDAD,
de igual manera nuestra verdad,
estamos en momentos
donde la santidad
debe ser nuestra manera de pensar,
desde el interior del corazón
donde se halla la razón,
bajo el temor de Dios
sin desmedros y preocupación,
más bien pasión.
Los tiempos cambian, SU SANTIDAD
y la rutina cansa,
agobia,
destruye sueños,
anhelos,
esperanzas,
no nos deja amar con el corazón.
Seamos dinámicos
motivemos el alma,
busquemos el aura,
en la palabra está la enseñanza.
Que seamos o no
Padres, Obispos, Pastores, Diáconos
Salmistas o Evangelizadores,
somos hijos de un mismo rebaño,
que bajo el mandato de Dios Padre
debemos hacer parte,
conservar nuestros votos,
fieles a su arte.
Los tiempos cambian, SU SANTIDAD,
debemos actuar ya,
modificar lo que a Dios se deba llegar,
para mejorar, sumar y edificar,
ganar mas fieles
en vez de restar,
en verdad el man esta vivo
y es a ÉL al que debemos llegar,
con o sin sotana,
esto es cuestión del alma,
y jugarnos la vida por el Señor,
debe ser para todos nuestra gran pasión.
Los tiempos cambian, SU SANTIDAD,
y el Padre Linero
nos ha dejado una gran lección,
es ahora o nunca,
prefiero llegar a Dios
purificado de corazón,
mas no revestido
de una condición sin perdón.
HELIOS MAR
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